Volver al ruedo...

Definitivamente, el cuerpo tiene memoria. El tiempo pasa a través de él. Todo queda. Se puede hacer un intento. No pensemos. Hagamos. Contemplar una luz. Vaciar la garganta de verbos picantes. Violentarse. Arrinconar cada una de las pasiones que acalambran nuestras intenciones. Acogotar casi al límite esos pseudo pensamientos que paralizan la acción de hacer, para luego dejarlos saborear el placer de respirar. Enloquecer los corazones salvajes que deambulan entre tanta belleza simulacrada. Almacenar almas suntuosas. Quedarse de este lado. Recopilar cada destello de bravura. Perderse en los recuerdos de la historia y sentirnos gigantes. Fracasar en la espera de lo inesperado. Sorprenderse. Descartar lo inmediato. Sortear cada estímulo instantáneo en post de lo que vendrá. Contemplar otra luz. Enquistarnos en las raíces de lo evidente. Estancarse en una nube pasajera. Fabricar desechos irresueltos. Abolir el miedo al miedo. Enfrentar el pánico al vacío. Reparar en algún que otro chasquido ensordecedor que revolotea por el aire. Soñar incesantemente con aquello que ya pasó y todavía no fue.